“Casa Araujo Cask” Tempranillo
“Acá todo puede suceder” de Gianna Molinari
“La fecundidad del vacío” de Verónica Mastrosimone
Hay ocasiones en las que la producción editorial es motivo de encuentro entre personas y genera la alegría de haber estado involucrado en la concreción de un proyecto que desembocó en un libro. Cuando armamos este Club, uno de los motores que nos trajo hasta acá era celebrar y difundir aventuras editoriales como esta. Sucede que en torno a la primera novela de una jovencísima escritora nacida en Basilea, Suiza, se ha reunido una traductora con dos editores y luego se le han sumado una ilustradora y un escritor amigxs de la casa para terminar de darle entidad al libro. Y se ha impreso y encuadernado en Mar del Plata.
En este ambiente hay una frase que dice que el libro ha dejado de ser un objeto para revelarse con un vínculo. Lo mismo decía J.L.B., algo así como que el libro es un eje de innumerables relaciones. En este caso, celebramos las innumerables relaciones que se dieron para que el libro exista en su versión en español publicada por Letra Sudaca hace poco más de un mes.
Queremos que ustedes también sean parte de esa red de relaciones cuando lo reciban, lo lean y acompañen a esta otra joven, la protagonista de la novela, en su vida en la fábrica, en la búsqueda de su lobo. En cuanto a la novela, qué decir, nos parece alucinante, en sus diversos tonos, en la cotidianeidad del trabajo en la fábrica cortada por lo que llamaremos las “reflexiones isleñas” o las historias secundarias, como la del hombre que cayó del cielo. Ni hablar de las intervenciones gráficas que nos transmiten la fuerza conceptual de un dibujo a mano alzada.
No nos gusta pensar en las moralejas, menos explicitarlas, pero en algunos casos se nos imponen de una manera que necesita ser dicha a boca de jarro. Para nosotros, la moraleja de esta fábula sería algo así como: “Todos hemos estado buscando a nuestro lobo a lo largo de la vida, pero, ¿nos hemos preparado? ¿Podremos verlo cuando lo tengamos frente a nuestros ojos? Y, en caso de verlo, ¿sabremos hacer manada o seguiremos protegiendo nuestra humanidad?”
Ojo, no se sientan intimadadxs por estas palabras, al fin y al cabo, cada quien lee como quiere y eso es motivo de festejo.
Casa Araujo Cask Tempranillo
La historia de Bodega Araujo empieza cerca del año 2001 cuando fueron adquiridas las primeras fincas en la región de Villa Atuel en San Rafael, Mendoza. Una de estas había pertenecido a la familia Arizu, reconocida por su tradición vinícola. En aquel entonces se recuperaron añosas viñas y se plantaron los viñedos que se utilizan actualmente. La producción de sus vinos comenzó en el 2010, luego de la reforma de una de las bodegas abandonadas de la finca. Hoy, Araujo cuenta con cien hectáreas de viñas, distribuidas en diferentes fincas, de allí salen sus Malbec, Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Bonarda, Merlot, Syrah, Chardonnay y Sauvignon Blanc.
De todas estas posibilidades, hemos elegido un Tempranillo Roble “Cask”. A la vista se presenta color cereza, intenso, con tonos rojo vivo. En nariz posee mucha tipicidad con aromas que recuerdan el sabor de las fresas salvajes con toques de café y tabaco aportados por las barricas. En boca este vino franco y frutado, deja un recuerdo fresco con un buen balance entre acidez y taninos.
En cuanto a la uva, vale decir que si bien llegó a Argentina a mediados del siglo XIX, no ha tenido gran difusión. Sin embargo, en los últimos años se ha mostrado renovado interés por esta cepa originaria de España. La tempranillo es la variedad principal de la denominación de origen Rioja en España. Su nombre hace referencia a la maduración “temprana” respecto de otros tipos. Es de piel gruesa y se adapta bien a climas con días calurosos y noches frescas.
Recomendamos tender un mantel colorido sobre el pasto, en una esquina soleada, en una plaza sin rejas, a la orilla de aguas que corren, sentarnos ahí. Llevar copas, canastas con panecillos, incluso vestir ropa de domingo. Recuperar la gracia de las ocasiones y disfrutar de ser parte de un cuadro impresionista.
La fecundidad del vacío de Verónica Mastrosimone
Verónica Mastrosimone es una mujer bellísima a la que vimos pocas veces y a la que no hemos dejado de sentir cerca. Sus noticias llegan a través de voces amigas, de alguna forma u otra se las rebusca para estar presente. Entre todas esas buenas nuevas, suele llegar la potencia de su compromiso con la fotografía, con un arte que pronto cumplirá doscientos años y cuya principal característica es un proceso alquímico que traslada el mundo a pequeños recortes de dos dimensiones. Es precisamente en esa técnica —ese pasaje de lo que vemos, olemos, tocamos, oímos, de lo que nos atraviesa, de lo que respiramos, a una imagen— donde se juega casi todo, donde se inscribe La fecundidad del vacío.
Con este impreso, El Gran Pez y Club Tifón inauguran una colección de zines destinados a la divulgación de la obra de fotógrafxs imprescindibles*.
Esta suscripción cerró el 16 de julio de 2021, tres días más tarde los libros y los vinos fueron despachados.
*Para nosotros, claro.